domingo, 4 de diciembre de 2011

Por muchas noches en blanco que una dedique a pensar en su biografía sentimental, la verdad es que encontrará pocas soluciones. Podrá parchear tal, o cual relación, pero al final, volverá a pasar lo de siempre... que en un momento dado, saltará en pedazos. Como tantas otras veces. Porque uno es como es, y no es fácil dejar de serlo para querer a alguien, es casi un combate perdido de ante mano. Asi que lo mejor que nos podría pasar es que las relaciones sentimentales vinieran con fecha de caducidad, como los yogures. Así sabríamos de antemano cual es la fecha del final, y no perderíamos el tiempo en  inseguridades, sospechas, ni discusiones. Nos dedicaríamos a disfrutar cada momento hasta la última décima de segundo. Aunque... si lo piensas... lo bueno de no tener fecha de caducidad, es que nos permite seguir soñando con que está vez sí, ese yogur, pueda conservarse para siempre.



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